Sexo,drogas y pollo frito (Con noticias de Holanda Vol. II)
(CON NOTICIAS DE HOLANDA VOL.2)
SEXO, DROGAS y POLLO FRITO
Sigo aquí en Alemania. Es cierto, no he acabado de contaros mis aventuras en Amsterdam. Cuando tenga más ganas lo haré. En fin... después de la casa de Ana Frank bajamos por los canales hasta los museos. Pero demasiado tarde, claro, y nos quedamos sin ver los cuadros de Van Gogh.
Esquivamos unos cuantos tranvías (una plaga en Amsterdam) y nos dedicamos a callejear por la ciudad. Tomé ciertas cosas que uno no puede comprar en el mundo real, como el Dr.Pepper (una bebida americana que sabe como a piruleta de Kojak. Era la bebida preferida de Forrest Gump) y Root Beer (otra porquería yanqui que sabe a producto de limpieza) mientras la gente buscaba supermercados para el "picnic urbano" que estaba programado para después. Quisimos alquilar una barquita para recorrer los canales pero no nos dio tiempo, pues habíamos quedado más tarde. Entramos en varias tiendas de recuerdos. ¿¿Y qué es lo típico de Amsterdam?? Exacto: el sexo y la marihuana. No me llevé nada de ellas. Más bien ellas se llevaron algo de mí. Scheiße!. Me dejé la cámara en una de ellas. Recorrí todas las tiendas donde había estado pero estos holandeses son capaces de vender a su abuela si logran sacar algo. Seguramente la dejé en alguna estantería mientras miraba la talla de una camiseta o quizás mientras jugueteaba (o sobaba, o amasaba o como quieras decir) con una pelota anti-stress en forma de teta. No soy un pervertido, es la moda en Holanda. Todos los souvenirs tienen hojas de maría o bien hombres y mujeres en las posiciones más ruborizantes. Necesitaba un boli pero me daba nosequé llevarme el boli hachís o el boli fálico.
Hicimos treffenpunkt (punto de encuentro) en la gran plaza. Dimos una vuelta para buscar algún sitio donde comer. No sé en que pensaba el grupo con el que iba pero no encontramos comida, solamente tipos que nos ofrecían cocaína, éxtasis y viagra. Y la condonería, por supuesto. Al final me estrené por primera vez... con el Kentucky Fried Chicken. Mientras mordisqueaba mi mazorca de maíz y mi pollo grasiento (y bebía agua de una lata) me sobrevino una crisis. Me di cuenta de que me dolía terriblemente la barriga, que mis pies iban a estallar, que sentía dolores y cansancio por todo el cuerpo... y que nos quedaban doce horas por delante. Nuestro tren salía a las 7:30 de la mañana del día siguiente y teníamos que pasar toda la noche en Amsterdam.
Volviendo de dejar las cosas en la consigna me empecé a sentir mucho mejor. Gracias, Red Bull. A ver qué nos ofrecía la noche. De momento picnic urbano en las escaleras del palacio real, refugio de todo el vómito y la orina de Holanda. Pero... oh... mis queridos compañeros creían que en el país de la libertad todo iba a ser libertades... La policía apareció montada en bicicleta (Alguien se puede tomar en serio a unos policías que van en bicicleta?) y nos tuvimos que ir con el petate a otra parte. Nadie me hacía caso cuando decía que estos holandeses sólo tenían libertades para comprar y vender, que para el resto nada. Pero no lo hicieron y entonces empezaron a decir que Amsterdam era una porquería y que el país era un nido de filibusteros y piratas. Y siguieron así TODA la noche. Y todavía hay alguno que sigue así.
Si ya querían quitar un vicio a los españolitos, no les podían quitar los otros. Nos fuimos entonces al barrio rojo...
Si alguno no conoce el barrio rojo, les diré una sola palabra: Sodoma y Gomorra. Y para las que tampoco sabéis qué es Sodoma y Gomorra (no te escondas Adelita, sé que estás ahí), comenzaré mi descripción (aunque se que otros sois viejos asiduos del barrio)
Ya lo había visto antes en la televisión, en los documentales sórdidos del canal Odisea. Entonces sentí pena, asco, repulsión, lástima... Pero ahora, en directo, sólo sentía curiosidad, una extraña fascinación. No hablo de los peep-shows, que ya habían tenido su efecto sobre mí en Pigalle, sino de otra cosa. En vitrinas que dan a pequeñas habitaciones, docenas de prostitutas enseñan sus encantos e intentan venderse a los clientes. Igual que carne en el escaparate de una carnicería. Si te gusta, entras, echa la cortina y ya está. Se puede entrar sólo o acompañado. El barrio de las luces rojas...
Cuando nos cansamos ya del sexo, decidimos dedicarnos a las drogas. No se puede estar en Amsterdam sin ser atropellado por una bicicleta ni tampoco sin visitar un coffe-shops. Son lugares, sanos, no venden alcohol. Pero uno puede encontrar todo tipo de marihuana y hachís que quiera. Yo quería una infusión de marihuana, pero en el coffeshop donde lo tenían no había sitio. Pero fuimos a otro más acogedor, con música de The Doors (This is the end, my only friend) y entonces, entonces mola, tío, que colocón, jijiji, jo, tío, yo lo floto, passsssa, jujujuju, tío estoy en una nube, eeeeee, de pancho tío, jajajaja... naaaa... Y no tomé nada.Podía haberme ido con los que fueron al café normal pero me encanta como huelen los coffee shops.
Bieeeeen... nos quedaban muuuuuuuuchas horas por delante y la una y medía el coleguita del cooooooooooooooooffeeeeeeeeee nos echaba.
Faltaban 6 horas.
CONTINUARÁ
Os dejo, ya lo sé, un poco en vilo... Ufff... no me da tiempo para nada. Tengo que pasar por el Papagayo para coger un poco de ropa de abrigo y después plantarme en la estación porque nos han invitado a visitar la radio local... y luego tengo que hacer mi artículo para la revistilla ,comprar vituallas, recoger mi habitación, dormir, estudiar, escribir las postales... aghhhhhhhhhhh
Ayer fiesta. Aburrida. Llegué tarde porque no tenía agua caliente en la ducha. Llevo cinco días así. Me encontré al amo del calabozo, un turco con cara de malo y le expliqué mi problema. Después de revisar todos los grifos de la planta (cocina, toiletten etc... ) le dio por pasarse por la ducha.
Estuvo media hora mirando y después concluyó lo siguiente: le echaré un vistazo mañana. Tuve que vagar por todo el edificio hasta que en la 4 planta en la que probé suerte alguien me ofreció asilo higiénico. Imaginaos, temblando como un caniche (Kannichen en alemán es conejo, por cierto)=con la esponja y el gel por las escaleras.
La fiesta esta vez fue rollazo: estaba agotado, había poco alemanas y poco comunicativas. Nadie quería irse temprano, pero al final una chica de las nuestras consiguió que el siciliano loco nos llevase en el coche.
Creo que ya os he hablado del siciliano. Esta vez fue aterrador. Me dio un beso siciliano. Son tres besos en las mejillas. Igual que el padrino.Me veía ya partido en trocitos en el fondo del lago Michigan. Todo iba a parecer un accidente, por supuesto.
Exactamente un accidente. El siciliano nos metió en su Twingo violeta después de haberse metido el tres whiskys, cinco cervezas y el doble de sangría. Santa Madonna, fue un suicidio (Eso sí, todo tenía que parecer un accidente)
Marcho ya, tengo poco tiempo
Un beso para las niñas. Un abrazo para el resto.
Tschüss!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Dani