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Tuesday, October 26, 2004

Con noticias de Holanda

17 de agosto de 2004


PROLOGO:


Estar en Alemania le hace a uno cambiar de ideas sobre ciertos aspectos.


Por ejemplo, la superioridad de la raza aria.

No, no me refiero a que las alemanas sean tremendas o a que los alemanes -malditos- sean más tremendos que nosotros. Hablo de la unión de la raza aria para luchar contra las razas superiores. Como lo oís. Parece que me dejas unas semanas aquí y vuelvo hecho un nazi.

En realidad mi simpatía hacia otras razas no ha variado. Quizás he cogido un poco de manía a los coChinos pero nada más. Cuando hablo de la raza aria me refiero al iraní de mi planta. Un gran hombre de un gran país. Se llama Narinarinosecuantos. No sólo es ario como nosotros (los iraníes, a pesar de lo que pueda parecer son indoeuropeos, o sea ario) sino que también es cristiano. Por fin iban a servirme para algo las clases de Formación del Espíritu Nacional. Como no hablo nada de alemán intenté convencerle en inglés de que nos uniésemos contra los chinos. El chico, siguiendo una impecable conducta cristiana, declinó mi oferta y me ofreció su televisión. Era demasiado tarde y no me apetecía instalarla en la habitación. Tengo que pasarme a recogerla: Desde que no veo los lunnis me voy a la cama a unas horas escandalosas.

Y no duermo nada, consecuentemente. Ni seguidamente tampoco. He cambiado ya las sabanas pero no tengo tiempo ni para una siesta. De acuerdo, puedo quedarme en Papagaien pero es deprimente, lo aseguro. Todo es triste y huele a curry.

Una de las razones por las que estoy tan cansado es el viaje a Amsterdam. A continuación os lo contaré:



CON NOTICIAS DE HOLANDA


Odio a Melendi. A menudo cojo alguna cita ilustrada para dar título a estas crónicas pero esta vez me he tenido que rebajar y escoger un título popular. La próxima vez os pondré una parrafada en alemán, que queda muy bien y si alguien pregunta le puedes responder cualquier cosa.

Nos levantamos a las 6:30 de la mañana para coger el tren en la estación a las ocho. Duro, ya lo sé. No pudimos llegar a relajarnos a bordo del tren porque cada poco teníamos que cambiar de estación. No os fiéis de la exactitud alemana. Nuestro tren llegó unos minutos tarde y gracias a eso no pudimos hacer el primer trasbordo en Düsseldorf. ´ (Düsseldorf queda un poco más allá de la gran aspirina gigante que se ve al llegar a Leverkusen) Así que tuvimos que esperar una hora en Düsseldorf. Es como todas las estaciones de este país de guiris: un túnel con alguna tienda y salidas a los lados. Agradecí estar acompañado esta vez. Convencí a unos cuantos para desayunar pizza. No pudimos cogerla en el Pizza Hut -estaba cerrado- pero nos valió una pizza del quiosco de bollería. Como teníamos toda una hora para nosotros aprovechamos y nos pesamos. También metí una moneda en la maquina de trenes. Estos alemanes están locos por los trenecitos y tienen tiendas de trenes.

Cogimos finalmente el tren adecuado y después de un par de trasbordos con un margen de 3 a 8 minutos entramos en Holanda. Tierra de piratas y filibusteros como dicen algunos por aquí o tierra de gente muy tonta como dicen los belgas. Pero, qué queréis que os diga, a mi me encantó. Es llana, aburridamente llana pero al menos no es gris y cutre como Alemania. No sé, me resulta acogedora de algún modo. Quizás es que me recuerda a Bélgica. Sabéis que es lo mejor de todo??? Que la gente habla inglés. Al menos durante 24 horas dejé de ser mudo.

Los holandeses son como los alemanes pero con costumbres curiosas. Por ejemplo, los trenes tienen vagones enteros reservados a bicicletas. En el tren también había un grupito de yogurines exaltados que brindaban por su liberal tierra con una botella de whisky... a las 11 de la mañana, como sólo saben hacer los escoceses con pelo en la espalda. Bendita tierra de Holanda.

Pasamos nombres familiares, como Utrecht, Amstel, etc... y llegamos a la estación. Gracias Señor porque la estación aquí se llama estación y no hauptbanhof. Además es preciosa... Salimos del edificio y, tras esquivar tres o cuatro tranvías y una cuantas bicicletas compramos -en Holanda todo se compra- los planos en la oficina de información.

Todavía no entramos en el muy entrañable barrio rojo pero ya se podía notar que Amsterdam es la Babilonia de Europa. Uno se sentía en centro del mundo y las tiendas vendían todo lo que uno pudiese, o quisiese comprar. Daban ganas de entrar en todas y levarse de cada una algo. Seguimos andando por la calle y llegamos a la plaza, donde una alegre feria animaba el ambiente. Las casas de Ámsterdam son preciosas, por cierto. Comimos en un restaurante pequeñito, todo de madera que tenía una carta en español y, tras cruzarme con unos alegres hare khrisna volvimos a la plaza para reagruparnos con unos que se habían separado de nosotros.

El barbudo de turismo nos dio unas explicaciones. La gente intentaba comunicarse con él en inglés rudimentario:

"Essssssscius mi, can yu tel mi güer is de miusium. Is der gratis map? Is der somzing biutiful in order tu si?"

Y el respondía en inglés rudimentario:

"Diu haff di eiria hiar dat is very biutiful"

Me retrasé un poco mirando algo. Estábamos él y yo solos en la oficina cuando le dije algo en inglés.

Él me respondió en un español perfecto.

Malditos guiris: siempre se guardan un as en la manga.

Amsterdam es precioso. Está todo lleno de canales con la gente a la puerta de las casas tomándose un té, jugando al ajedrez o echando la siesta. Caminamos y caminamos, canaleamos y canaleamos. Alguien dudó de que siguiéramos una ruta correcta y se lanzó al primer kiosco con el cartel INFO que vio.

No había reparado, naturalmente, en la bandera arcoiris. Al menos nos divertimos un poco con las postales gays.

Hablando de otras minorías, seguimos caminando hasta la casa de Anna Frank. Yo no he leído el libro -muy mal hecho- así que no pude sentirme identificado con nada cuando llegamos a la terrible cola. No entramos, claro. No sólo por la cola si no también por el precio. QUe este sea uno de los "monumentos" de la ciudad no dice demasiado a su favor. Desconfiad de las "casas-museo". Yo siempre lo hago. Si los nazis se llevaron TODO lo que había en la casa de Anna Frank? ¿Qué es lo que hay dentro de ella? QUizás unos muebles comprados en un rastro en 1960. La pobre Anna se echaría a llorar al no reconocer su habitación. Quizás guarden el diario. Mas bien creo que no.




Continuaré mañana con el relato. Todavía me queda contaros qué hice en el barrio del sexo y las drogas, de mi experiencia en los coffe shops o de como la policía nos perseguía y nos echaba de los sitios. Es tarde y me apetece ir ya a la residencia. Tengo cosas que hacer. Espero que todos estéis bien y que me escribáis.

Tschüss!

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